Un breve pero intenso sonido se dispersa
Nadie sabe que fue, ni que lo produjo
Los animales se asustan, los venados corren, los roedores se esconden, las aves vuelan
La incertidumbre esta por doquier,
Después del caos, viene una calma
Un silencio entorpecedor
Agudizante tranquilidad perturbada
Todos a la espera de algo, de alguien
De aquel hombre, dispuesto a matar
Las madres cuidan a sus crías,
¿será un cazador de venados?
¿O uno de liebres?
Nadie puede cerciorarse hasta contar las bajas
Podría ser simplemente un cazador furtivo.
La tarde fue estresante para todo animal que en el bosque habitaba
No sé escucho ningún otro disparo
Los animales regresarían a sus vidas cotidianas por la noche o al día siguiente
Menos yo, animal que se encontraba muerto
Herido por aquel rifle
Aun tirado en la pradera intelectual
No había recogido a su presa, no la necesitaba
Aquella persona solo gozaba de dispararle a la poesía
No la consumía, no la disecaba, no era recolectora ni vendedora
Ahí estaba yo, como toda buena madre defendiendo a su cría
Le había disparado, me interpuse
Mi hija ahora caminaba sin madre, sin rumbo, sin protección
Alguna vez le dije: tú eres la única persona que puedes cuidarte
Le mentí, yo la defendería cuando pudiese
El poeta ahora se desangra, el poeta susurra palabras
Pues la amaba
Amaba a aquella cazadora, a aquel bello rifle
Susurraba bellas palabras, palabras indefensas, temblorosas pero cálidas
Había muerto dando a luz
A su última palabra, a su ultimo amor
Hija que no reconocería al poeta que la creo,
Dijo una vez terminado el poema:
Se necesitan dos para crear un poema
El poeta y su amor.
Así daría la vida a su último poema
A la poesía ultima
Dedicada al cazador.
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