Había un caballero impecable que se movía gentilmente como
pidiéndole permiso al viento, oculto entre las sombras y el sol, inerte pero en
movimiento. Aquel caballero portaba elegancia felina, una sensualidad casi
indescriptible, sus pies eran el instrumento más preciado ya que gracias a
ellos podía trepar montañas, caminar en silencio, podía matar o podía
acariciar, este caballero era infinito.
Él no tenia fin, puesto que hacia lo que quisiera; si el
caballero tiene sueño, duerme. Si el caballero tiene sed, bebe. Si el caballero
quiere ser agresivo, ataca. Si el caballero quiere ser un caballero, lo es.
La gente lo adoraba, y lo veía con amor, si el caballero
quería acercarse lo hacia, sino pues no. Las personas que entraban en su
presencia lo admiraban por ser como es: sincero, despreocupado y real. Después
de todo si a él no le importaba tu simpatía; si no le interesabas, no pretendía,
no tenia porque fingir. Era callado,
audaz y por eso le caía bien a todos, lo amaban.
Sin embargo este caballero traía paz, , amor y tranquilidad,
ya que ponía estas enseñanzas en practica. Como dije –era impecable- y por eso
amaba cuando tenia que amar y odiaba cuando tenia que odiar. Y fue por eso que
la gente lo comenzaba a recordar como Tuna el caballero, Tuna el buda, Tuna el
gato iluminado.
1 comentario:
Tunaaaaaa!! :)
Publicar un comentario