Turqouise marilyn

Turqouise marilyn

viernes, 19 de diciembre de 2008

Jose...


La brisa rebotaba y calentaba a este frío cuerpo, el agua que subía y bajaba pegaba en mis dedos y de nuevo la brisa mojaba mis pestañas, la arena entre mis ojos. Me lastima y no la intento quitar. El oleaje hace que mis pies se cubran de arena mojada y se hundan mas y mas, mis labios partidos por la falta de agua y la piel reseca por el agua salada, la arena esta por todo mi cuerpo, mis dedos tocaban la arena mojada que a veces burbujeaba, la arena que había formado una costra en mi cuero cabelludo empezaba a correr hacia mis orejas, un cangrejo que pasa y juega entre los bellos de mi pierna sube y camina por mi estomago, pasa por mi piel en llagada y por los pedazos de alga que posan sobre mi cuerpo , mi ropa interior esta llena de arena. Molesta. el agua que va y viene a veces me quita o me da mas comezón, es un juego de nunca acabar, los pájaros bajan y caminan alrededor mío, me picotean, no les gusta la carne, se alejan. Estando con mi cabeza contra la arena solo puedo recordar al delfín que venia persiguiendo, lo perdí. Mi cuerpo semidesnudo ahora sufría, recostado en la playa agonizaba. Recordaba como había estado con mi bella mujer hasta hace unos días, Isabel.
Su largo cabello que llegaba hasta la cadera, fuera de ser feo era hermoso.
Siempre me preguntaba como podía mantener tan hermoso tanto cabello viviendo cerca del mar, recordaba también las apasionadas noches que habían compartido unos días atrás, recordaba a su hijo, tenia la misma sonrisa de la madre, de oreja a oreja pero la nariz horrenda de su padre. Mientras vagaba en el mar no le hacia falta pensar en ella por que gracias a ella el se encontraba ahí, gracias a esos labios durazno y esa mirada coqueta.

¡Levántate señor!.... levántese… ¡Por favor! El niño exclamaba mientras me picaba con una rama de uva de mar seca –Levántate- solo lo escuchaba como a la bella Isabel que me decía el sábado por la mañana ¡levántate! ¡Levántate! ¡Que esta vez nos matan! El niño me seguía picando y yo como un trasnochado no me movía y no hacia ruido. La luz entraba a mi ojo como cuando los primeros rayos de sol entraban por la ventana que ahora se habían vuelto los dedos gordos y sucios del niño que abría mis parpados, la carnosa retina espanto al niño lo que lo hizo caer a la arena, para mi que esta bien dormido. Por mi barba ya bien crecida pasaba un cangrejo ermitaño, pata tras pata, uña tras uña después de besar mi barba –me encantas- Isabel repetía una y otra vez.

Ahora eran tres, las tres sombras estaban cubriendo a mi cuerpo sobre la arena, olía a pescado podrido pero no a nada que no hubieran olido antes –para mi que esta bien muerto- dijo la sombra masculina, tendré que ir por el Gordo y el Juan, la sombra femenina ponía una mano en sus ojos y otra en la del pequeño.

Cuando caí del puente que comunica la laguna y el mar solo pensaba en ella y en el pequeño, en como pudimos haber tenido una vida feliz, si tan solo me hubiera esforzado mas. En como pudieron ser la familia perfecta como muchas otras, si tan solo no se hubiera rendido, hubiera luchado mas, hubiera luchado contra la sociedad y contra las personas que lo atacaban, él ahora en el agua lo pensaba en retrospectiva, él solo pudo haberle ganado a todos juntos, si tan solo no hubiera saltado y caído veinticinco metros a esas rocas. Si tan solo hubiese luchado mas contra la vida y por lo que deseaba mas, en esa mujer de de largo cabello y en el niño que a su padre no se parecía en nada.

¡Carguen con fuerza! ¡Como si fuera yo mismo el que esta en peso muerto! El Gordo y Juan hicieron una cara de mayor esfuerzo y continuaron cargándolo por todo el camino de arena que llevaba hasta el pueblo a unos tres kilómetros. Ninguno de los tres pudo limpiarse las espinas de sus pies, que por no fijarse en el camino y por cargar al muerto ahora se les incrustaban paso a paso. La caída le había abierto la cabeza en las piedras y su panza sangraba mucho, la marea lo llevo a mar adentro, parecía que perseguía a un grupo de delfines nariz de botella, los persiguió durante un día y los otros seis ellos habían jugado con el, lo arrastraban y lo cargaban hasta que se aburrieron y lo dejaron cerca de una caleta, lentamente el oleaje se encargo de arrastrarlo hasta la orilla lleno de algas y arena. Llegaron a la primera cabaña del pueblo y la más cercana al mar, lo pusieron sobre la única mesa y la dueña no pudo mas que observarlo, la piel era tan transparente y arrugada como ninguna persona antes. Su horrible nariz le daba miedo pues no combinaba con sus finas facciones y anatomía. Lávelo mientras nosotros cavamos un hueco en las afueras de la arena y fuera de las cosechas, para el anochecer volveremos. Todas las noches se encontraba con Isabel y solo los viernes podía pasar todo el día con ella y con el niño. Ese niño debería llamarse como tú y no llamarse Agustín, a veces lo llamo por su nombre y me da ganas de llorar. Agustín. –si, pero esa decisión no fue mía sino tuya- ambos callaron por unos segundos –pues no tenia mas opción ¿o si?-

El cuerpo estaba reluciente, su ultimo baño parecía el mejor, solo quitándole la herida en la cabeza que mostraba su cráneo y la herida en la panza que de no ser que estaba verde, los puntos que Doña Inés la había colocado habría cicatrizado como cualquier operación del apéndice. La ropa que Julián le había traído le calzaba perfecta, parecía que estaba vivo aun, y mas que nada parecía que vivía en el pueblo. Era un sábado por la mañana, se me había pasado la hora de partida, el sol ya estaba arriba de todo el pueblo y el pequeño Agustín no pudo evitar gritar ¡Papa! ¡Papa! Cuando la puerta principal se abría, Isabel se paro rápido de la cama y despistada se vistió ¡levántate! ¡Levántate! ¡Que esta vez si nos matan! Y fue ahí cuando reviví. No había nadie en la cabaña, me encontraba vestido y bañado, un tanto con dolor de cabeza pero decidí huir y no esperar a que me fueran a enterrar, camine por el pueblo pues parecía un local gracias a la vestimenta, tome un burro de un corral y partí hacia mi pueblo, pueblo conocido por el puente de agua dulce y salada mas largo del mundo, al menos conocido de esta parte del mundo la cual todos parecen olvidar, tome el camino a casa pues jure vengarme de Agustín, ese señor que me saco a golpes de la que debería ser mi casa, me saco a golpes y con ayuda de sus amigos, el sol daba en nuestras frentes, uno no puede pelear así, con calor. Me arrastraron hasta el puente y yo tome un palo de madera, el cual me daría obvia ventaja –si lo sueltas será una pelea justa, uno contra uno- por ser honrado como siempre me han enseñado avente el palo por el puente. Me golpeo después de que yo le había colocado tres golpes en la nariz, me golpeo sin fuerza pero se detuvo a verme a los ojos, -esa horrible nariz, me da asco- su cara cambio en ese momento pues había comprendido lo que sucedía ¡esa horrible nariz se parece a la de mi estupido hijo! Yo sabia que la pelea era mía y aunque los otros dos se lanzaran contra mi yo podía noquearlos,-Agustín, piensa lo que haces- dijo uno de ellos mientras Agustín sacaba una navaja de su bolsillo, brillaba con gracia bajo el sol, era lo único que podía cortar la tensión pero mas que cortar la tensión corto mi tejido muscular, penetro mi estomago y luego salio. Entre los tres me cargaron hasta la orilla -ese niño debió llamarse como yo, y no Agustín, debió llamarse José- repetía una y otra vez mientras caía del puente hacia las rocas que abrirían mi cabeza y me matarían.

lunes, 15 de diciembre de 2008

La Luna....


Hoy jure ver mi reflejo en la luna. Jure ver a alguien que no era yo, lo vi mientras caminaba de salida, incluso se movía diferente, tanto que me percate y di un paso atrás para no quedarme con la duda pero no pude ver nada ahí, intente cerrar los ojos y nada.

Todos los días esperaba a llegar a mi casa o levantarme para verme en el espejo pero siempre había la misma fiel figura, cambiaba por la ropa y el lado contrario pero en ningún momento veía algo diferente.

Trataba de pasar por todos los espejos y cristales, los miraba esperando algo a cambio pero muy en el fondo yo sabia que solo mi luna me daría ese reflejo que yo buscaba, no otra ni la misma en otro lugar, sabia que tenia que ser en ese lugar y espejo, pero había algo que no funcionaba
¿la hora? ¿Los pensamientos?

Llego al punto en el que no podía pasar por mi espejo sin verlo, pensé que tal vez si no le daba importancia a lo mejor me mostraba lo que quería ver, pasaba sin mirarlo, en veces lo veía de reojo pero tratando de no pensar en el, al tratar de ignorarlo pensaba mas en el, sabiendo pero ignorando esto lo hacia hipócrita, tenia que hacerlo sin esfuerzo.

Fue así como pase el peor mes de mi vida, sin poder pensar en otra cosa me la pase sin poder imaginar su imagen, sus ojos que brillaban mas que los míos, unos labios gruesos y húmedos, sus manos mas grandes, su cabello mas manejable. Su mente monstruosa mostraba pensamientos puros y cerdos, pensamientos y cuentos ¡he descubierto el porque de mi obsesión! ¡su mente! Sus movimientos eran diferentes por eso mismo ¿su cuerpo habrá crecido diferente por su mente? ¿De que hablo? ¡Es solo mi reflejo!

Fue así como yo me di cuenta que viví bajo su sombra.

¡Que mierda! Yo ni siquiera quería imitar a alguien pero sin darme cuenta lo imitaba en mis pensamientos y en mis movimientos tal vez eso me acercaría mas a el, pero yo solo quería conocerlo y aprender de el.

El sonido de un coche me levanto pero mi mente me mantenía alerta, sin darme cuenta ya me había levantado y sentado en la cama, al parecer no solo fue el coche si no también fue un sueño, una pesadilla que me asechaba desde hace varios días. Me pare frente al espejo y la poca luz que daba mi reflejo me cautivo, me quede quieto frente a la luna...

Me encontraba frente a un bello paisaje, con pinos y montañas, animales y un río, me acerque al río en el cual sumergí los pies. Bajo esa agua podía ver mis pies y unas rocas. Los pececitos también, me agache para ver de cerca a estos y solo pude ver mi reflejo, mi reflejo se apoderaba de mi agua y aunque cubriera el sol con la mano no se quitaba el reflejo, después de muchos intentos el agua comenzó a subir en mi cuerpo.

¡Mierda! Mis manos sangraban y los pedazos de la luna se encontraban en mi mano ¿Por qué? Ni siquiera pude comprobar si era mi reflejo o una ilusión , era simplemente el o yo.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

El Fantasma...



El examen parece tan difícil, te sudan las manos y no confías en tus conocimientos, tu pluma se mueve con lentitud. Te pesa. ¡Mierda! No sabes el primer ejercicio, intentas saltarlo solo para darte cuenta que la segunda parte es de preguntas abiertas, siempre has odiado las preguntas abiertas. Esta vez ni siquiera intentas leerlas simplemente pasas al tercero: preguntas de opción múltiple, las lees con cautela, podría ser lo único que te salve, lees y relees la misma pregunta –a lo mejor es la más difícil del examen-. Pregunta 2. La lees y se lee difícil, sabes que esta fácil, lees las opciones pero ninguna esta correcta según tú, levantas tu mano temblando temerosa del maestro, le preguntas que si las opciones estaban bien, el maestro pone una cara de angustia por que de ser así tendría que avisar a todos los salones, las lee. Sigues su mirada que pasa por las letras una por una, las cuales puedes ver a contra luz –no, están bien- la hoja se asienta en tu mesa banco, sabes que reprobaras, entraste al examen con treinta puntos y con el cero en el examen no pasaras, por unos momentos dudas mas de tu capacidad y te preguntas si deberías copiar. Presentas tu extraordinario, no estudiaste. Presentas tu segunda oportunidad y sacaste veinte de cien. Presentas la tercera, pusiste todas tus energías para pasar y ahora a esperar. Pasan dos días y tú esperas el resultado sentado en una banca, piensas que tal vez debiste haber copiado desde el primer examen como todos los demás. Sabes que esta vez copiar te ayudo. Pegan la hoja de resultados. Te acercas, solo puedes ver la cara de decepción de las personas que presentaron junto a ti, observas la hoja, bajas lentamente. Pasas los nombres por orden de lista, lees uno: pendejo. Lees otro: no paso. Llegas a otro. Una esperanza: 61. De nuevo reprobaste. Repetirás el segundo de prepa, una y otra vez, esa materia no te dejara. Otro año pasa y tú no la pasas, así sucesivamente. Vez una generación tras la otra pasar por delante, no puedes hacer nada. Todos tus compañeros obtienen negocios y puestos importantes en cambio tú te vuelves el fantasma de la escuela pero con una diferencia: ¡estas vivo! Tus arrugas te delatan eres un anciano comparado con la carne fresca a tu lado, pasaste toda tu vida viviendo en la escuela, trabajabas de conserje y de vez en cuando suplirás a alguien de la cafetería, tú ropa esta en donde el de seguridad guarda su abrigo. Duermes en el salón. De tanto presentar el mismo examen por primera vez lo pasas, el año siguiente pasa en chinga, las materias son muy fáciles para tu madurez intelectual. La graduación, ni siquiera te presentas pues serias un anciano entre puro adolescente. Al fin sales, tus papeles en las manos, te habían becado por pena, tus padres han muerto, tus hermanos: no tienes, nunca te enamoraste y por lo tanto jamás tuviste hijos, no tienes casa ni carro, no tienes nada. Quieres estudiar la universidad pero estas muy viejo, ya no puedes. Caminas y caminas, encuentras un perrito, lo acaricias y lo adoptas, mas bien el te adopta, te lleva a su casa. Vives entre cartones, el perrito crece y tu no, tus sueños no evolucionan, mueres. No te entierran mas sin embargo los gusanos comen tus ojos, tus huesos se quedan en el callejón oscuro. El perro muerde tus huesos. ¡Ja! ¡Te engaño! Solo quería roer tus huesos.