Turqouise marilyn

Turqouise marilyn

domingo, 28 de marzo de 2010

sail to the moon...

¿Quieres ir a la luna?

La verdad nunca había ido, y con esta plática tan callada podría darme una vuelta por ahí, no me molestaba, no hacíamos nada. No sé si ella se sentía incomoda, aburrida o distraída, el punto es que estaba igual que yo, callada. Un loco nos ofrecía esto que parecía tan fantástico. Nunca antes había adquirido algo tan valioso por tan poco dinero, un pedazo de cielo, un sueño comprado. Para nosotros los humanos nos era imposible siquiera soñarlo, para él era lo más ordinario ya que él afirmaba venia del espacio, le creí. Ya que no había por que dudar. Muchos hombres antes habían llegado y salido de este universo como si consumieran un poco de LSD- minutos antes un hombre me había insistido para que le compre fotos de alguna galaxia lejana, la verdad solo quería obtener el jugo sin pagarlo, las mire hasta obtener lo importante de ellas, deje unas monedas y me retire-.

¿Quieres ir a la luna?
Por un momento parecía despistado, nunca me lo habían ofrecido, no tan seriamente. Este hombre que al principio me parecía cuerdo cada vez transformaba su cara y su manera de hablar, mucha gente paso antes que nosotros, indecisos aunque determinados ¿valdrá la pena? Sin duda era algo tan barato como para que sea algo bueno –no se preocupe, mire usted las fotos- saco de su bolso unas fotos de la luna, tan blanca tan grande y tan llena de cráteres-esta es mi favorita- y luego guardo la foto de la luna llena, aquel satélite con acné parecía tan lejano, nos aseguro que por medio de este tubo llegaríamos en cuestión de segundos, es fantástico como la tecnología había avanzado. Ya veo porque era tan novedoso este lugar, todos querían un pedacito de ella: aunque sea un vistazo.

Me había prometido algo espectacular, la volteé a ver, aquella cara de ausencia se había perdido y fue sustituida por esta contracción muscular facial que parecían alguna clase de ansiedad, emoción y esperanza. No sé lo que buscaba ahí, parecería un sueño si lo encontrase. –diez pesos ir a la luna o a Marte- la verdad parecía que su ausencia hubiese extraído todo de ella, por eso nos encontrábamos aquí, me habían dicho de este lugar tan mágico, nunca espere que ella lo viese como una oportunidad. La buscaría ahí y no la encontraría.

-diez pesos por usted y cinco por él, porque esta chiquito- desesperado vimos como aquel padre e hijo se habían colado y tenían aquel viaje, sin duda el niño ni lo había disfrutado pero nuestras expectativas crecieron, en algún lado de mi mente me dieron ganas de ahorrarme aquellos cinco pesos -¿y ella? Ella esta pequeña ¿no me cuesta cinco pesos?- el hombre rio desquiciada mente, ahora si. Era nuestro turno, primero las damas. Ella dio un paso adelante y tras unos segundos yo lo hice. El brillo de la luna se podía ver en mis ojos tan intensamente que pareciera glóbulo ocular irradiaban luz propia.

-¿no quieres ir a la luna?-
dijo el hombre a las personas que pasaban de largo y luego lo repetía para los mirones que como hace unos segundos antes yo lo hacía. De regreso de aquel viaje todo parecía más obscuro, más tenebroso ahora odiaba a la tierra llena de lunáticos, extrañaba el lado oscuro del espejo, lo extrañaba. Pero ahora era turno de que otro use el telescopio.

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